Georgia aparte de ser históricamente un país clave para el comercio entre Europa y Asia, también es conocido por sus imponentes montañas, llegando a superar hasta los 5000 mts de altura. Tenía muchas ganas de conocer las montañas del Cáucaso y ya os adelanto que no me defraudaría.
En el capítulo anterior, acababa de llegar a Tbilisi y tras estar unos días en la capital con una gastroenteritis horrible, quedé con mi amigo Lucas en que podríamos ir a conocer Stepatnsminda, el pueblo más al norte de Georgia, sito en el Cáucaso haciendo frontera con Rusia. Sin estar recuperado al 100% hicimos una compra y nos dirigimos hacia allí.
Llegar a Stepantsminda no es moco de pavo, pues a pesar de estar a unos 120 kms de la Capital, te puede demorar cerca de tres horas. Tienes que ir por una vía que se conoce como la carretera militar, una carretera que construyeron los rusos durante a URSS para comunicar Georgia con Rusia y que durante muchos años, fue la única vía comunicación entre los dos países. Recorriendo la Garganta del rio Aragvi el paisaje por el camino no tiene desperdicio y poco a poco te vas metiendo en la inmensidad del Cáucaso.
Llegamos a Stepantsminda a ultima hora de la tarde, queríamos ver la puesta de sol desde lo alto de la capilla de Gergeti así que nos dirigimos hacia allí. En la primera cuesta nos dimos cuenta de porqué solo había Mitsubishis Delicas (furgonetas 4×4) subiendo el puerto para llegar hasta Gergeti y es que el puerto entero era una placa de hielo con cuestas de hasta el 15% de desnivel. Os podéis imaginar mi cara en cuanto las ruedas empezaron a patinar y la furgo empezó a ir cuesta abajo y sin frenos o mejor dicho, sin control. Dada mi experimentada pericia al volante (modestia ante todo) conseguí parar la furgo sin chocar con nada, decidí poner las cadenas y probar suerte. Si no lo conseguía habría que subir andando pero ya mañana, pues nos pillaba la noche.
Sorprendentemente la Traspi subió sin mayor problema y llegamos nuestro destino donde todos los coches eran Delicas, curioso cuanto menos.
Con los últimos rayos de sol pudimos disfrutar de una vista de Stepantsminda impresionante mientras unos georgianos nos invitaban a un chupito de chacha a -10º en lo alto de la montaña. El cáucaso no nos podía recibir de mejor manera.
Habiéndonos calentado con el dichoso licor georgiano, tocaba buscar sitio para dormir, ya que al día siguiente queríamos hacer una excursión hasta el glaciar del Kazbek. Nos subimos en la furgoneta y enseguida noté algo raro, como si la Furgo no corriese y es que el freno de mano ¡Se había congelado! y por mucho que lo quitase, las pastillas se habían quedado agarrotadas por el frio. Por suerte el sitio dónde íbamos a dormir estaba cerca.
Esa noche fue la que soñé que se congelaba el anticongelante y si a eso le sumamos que no estaba recuperado al 100% de mi gastroenteritis, sobra decir que esa noche dormí muy mal.
A pesar de que era diciembre, este año apenas está nevando en el Cáucaso y por eso decidimos hacer esta excursión ya que habitualmente por esas fechas suele estar todo tupido por la nieve. La excursión según leímos por internet iba a ser larga así que nos pusimos el despertador al Alba.
Sonó el despertador y yo no me lo podía creer, me encontraba fatal y para mas Inri no fui capaz de ingerir nada en el desayuno. Así que enfermo a menos mucho grados con el estómago vacío y un sol de mentira, Empezamos a caminar y a los 5 minutos me encontraba tan mal que no podía parar de pensar en volver a la cama. Lucas me fue animando y tras varias horas caminando finalmente llegamos. En ese momento fui al «baño» acto seguido me comí un bocadillo y como por arte de magia ya no tuve más gastroenteritis.
Fue entonces cuando pude disfrutar del sitio aunque con un sabor Agridulce, pues el glaciar aunque se veía no era lo que me esperaba, ya que estos últimos años ha retrocedido bastante por el calor y antes el glaciar desde ahí debía ser espectacular pero ahora aunque bonito, menos impactante. Aun así mereció la pena por las vistas y por mi cura de gastroenteritis.
De vuelta en Stepantsminda, fuímos a comer un restaurante típico georgiano en el que nos inflamos a Birra «Original Kazbegui» y conocimos a otros viajeros con los que hicimos buenas migas.
Esa noche dormimos en un sitio brutal al lado de un manantial de agua con gas y vadeamos varios rios congelados en los que tuvimos algún susto pero salimos victoriosos.
De vuelta a la capital pudímos visitar Gudauri y su típico Panorama View Point y el monasterio da Ananuri. Visitas obligadas si viajas por la Carretera Militar.
Cómo apunte curioso la carretera militar solo hace 10 años que está asfaltada.
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