Tras haber estado más de una semana en Ucrania tocaba cambiar de país, se acerca peligrosamente el frío y había que acelerar el ritmo para que no nos pille por el camino.
Me dirigí a la frontera de Ucrania con Rumania, me sellaron el pasaporte con la salida del pais y acto seguido fui al control de aduanas. Me hicieron abrir el coche, vieron a Trab y me dijeron: «no se puede entrar con perros en Rumania, si quieres entrar con perros tienes que hacerlo desde la UE». Empecé a ponerme nervioso y a preguntar cual era el motivo, pero no nos conseguíamos entender. Les sugerí que me dejasen entrar en Ucrania otra vez para poder entrar en la UE con el perro por otro país, a lo que se negaron. Me dijeron que tenía que ir hasta la aduana rumana y en el caso de que no me dejasen pasar, se pensarían si volverme a dejar entrar en Ucrania.
Así que ahí estaba yo, en tierra de nadie, atravesando un puente de madera que había entre las dos fronteras, el que por cierto se me hizo eterno.
Llegué a la aduana de Rumania, hice el papeleo pertinente, obviamente no dije nada del perro y todo fue correcto. Así que me asignaron un policía para que registrase la furgo.
-¿De dónde eres?
– De Mallorca, España.
Mientras abría el portón.
– Oh, en mallorca muchas chicas guapas
El policía miró al interior y vio a Trab
– Oh, problem problem
– Why?
Y cuando de repente pensaba que mi aventura Rumana acababa aquí, el policía me dijo:
– Close and go, close and go right now!
Así que cerré el portón arranque el motor y entré en Rumania. Habiendo estado a penas 3 minutos en la aduana.
Por lo visto en Rumania tienen un problema muy grande con los perros callejeros y no dejan entrar perros fuera de la UE, pero como mi perro y yo somos españoles entrando desde Ucrania, tenían que abrirle una especie de expediente al perro. Cómo eso demoraría mucho tiempo en la frontera y solo lo vio un policía, amablemente hizo la vista gorda y me dejó pasar.
Una vez en Rumania, lo primero que quería ver eran las minas de sal de Turda, pues ya que no había podido bajar a las de Solotvyno ir a estas seria una buena opción que quitarme la espinita. Las minas son una pasada, sorprende que haya eso ahí abajo y literalmente parece una ciudad post-apocalíptica. A pesar de que no me gustan mucho los sitios turísticos, este recomiendo mucho visitarlo.
Como curiosidad, en esta mina también había una sala en la que había gente con dolencias respiratorias ingresadas.
Al final no bajé a 300 metros de profundidad en Solotvyno, aunque igualmente ví todo que podría haber visto pero en Rumania.
De la frontera no tengo fotos obviamente, por lo que os dejo con fotos de la mina de sal.
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