Me voy acercando a la frontera de Lituania con Rusia en Nida, lo tengo todo en regla: visado, pasaportes, permiso de circulación… Aún así cada kilometro que me acerco estoy más nervioso.
Desde que entro en el control fronterizo hasta que salgo, pasa una hora y media, 4 registros de la furgo y 2 interrogatorios en ruso (bueno con señales, porque no hablan inglés). Finalmente ya estoy en la Pequeña rusia.
Tenia la idea de que al ser un territorio entre dos países de la UE y la “facilidad” de conseguir la visa por internet, sería una especie de Rusia “light” y que estaría bastante influenciada por sus dos países vecinos, pero para nada es así. Desde los primeros metros en el país noto el cambio, el mas fuerte de todo mi viaje, todos los carteles pasan a estar en cirílico, por lo que mi capacidad de intuición en idiomas extranjeros se anula, el firme pasa a ser de una calidad notablemente inferior y la presencia militar va a ser muy fuerte hasta que salgamos del Pais.. Me toca pagar un peaje, 300 rublos, asustado porque se me ha olvidado mirar la conversión euro-rublo y no tengo internet para mirarlo, lo pago. Continuo y veo en una gasolinera que el litro de gasoil esta a unos 47 rublos, lo que me dio bastante tranquilidad.
Pongo dirección a la ciudad de Kaliningrado, con intención de dormir a las afueras y visitarla al día siguiente. De encontrar un sitio bonito para dormir olvídate, así que me tocó dormir en el apartadero de una carretera secundaria a las afueras de la capital.
Amanece más pronto de lo habitual, claro en Kaliningrado es una hora menos que en Lituania. desayuno y voy directo al centro. Encuentro aparcamiento super bien situado, pero no tengo manera de comprobar si hay que pagar ORA o no. No entiendo las señales y a todo el mundo que pregunto, no habla inglés, hasta que aparece uno que lo chapurrea y me dice que la aparque sin problema, que no hace falta pagar, así que cojo a Trab y nos perdemos por la ciudad.
Kaliningrado es una ciudad muy impactante, tanto por su arquitectura, cómo por su antiguo parque móvil o la decadencia de alguno de sus barrios. Es una ciudad que no te deja indiferente pues es muy diferente, valga la redundancia, a todo lo que podamos ver en Europa.
Entré en una cafetería y conocí a Arthur, el dueño, que debía ser la única persona de Kaliningrado que sabia hablar Inglés, estuvimos charlando casi dos horas, me contó varias cosas sobre Rusia y yo le conté sobre mi viaje. Finalmente me negó que le pagara el café que me había tomado, así que si lees esto, muchas gracias de nuevo.
El resto de días estuve vagando por otras aldeas y pueblos buscando como podía algún sitio para dormir, cosa que no es nada fácil, pues me da la impresión de que en la pequeña rusia la gente no tiene mucha oferta de ocio fuera de la ciudad y carece de zonas verdes o parques naturales y ya de tema camper ni hablemos.
Cómo curiosidad, muchas veces por las noches a lo lejos, oía como disparos de metralletas y no fue solo una noche y en un sitio concreto, si no tres noches diferentes en tres sitios diferentes, por lo que yo creo que la gente debe ser aficionada a disparar al aire cómo en algunos países árabes, si no, no me lo explico. Otra cosa que me llamo la atención fue la cantidad de “Cazas” que pasaban volando a lo largo del día.
Seguiremos informando.
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