Desde hace 3 semanas la lluvia ya forma parte de mi día a día, y que haya un día sin lover me resulta cuanto menos extraño. Esto es un rollo, porque todas las tareas se complican y se extienden en el tiempo, necesito que haya una ventana de buen tiempo por lo menos para que me dé tiempo a ducharme, fregar los cacharros y airear la furgo. Esperar esa ventana de buen tiempo, es lo que marca el inicio de mi día.
Llegué a Tallinn a través del Ferry que cogí en Helsinki (unos 60€ con furgo incluida). La primera impresión que tuve sobre Estonia fue que era una extensión de Finlandia, los precios bajaban ligeramente, pero la gente y la arquitectura no cambiaba demasiado.
En Tallinn tuve la suerte de poderme encontrar con @ohmynorth que me enseñó la cuidad y sus curiosidades. Tallinn y su ciudad medieval es una de las cosas que no podéis dejar de visitar si vais a las repúblicas Bálticas, tiene una oferta gastronómica bastante grande y sus calles son de cuento. Después de que @ohmynorth me llevase a comer y me enseñase la ciudad, pudimos conocer a los chicos de @unviajede2 con los que nos tomamos unas cervezas. Sí, la cerveza volvía a tener un precio normal.
Amaneció lluvioso para variar, y no sabia si quedarme en Tallinn un día más o empezar a bajar hacia Letonia. cómo llevaba cerca de una semana en la que a penas había recorrido 20km (sin contar los del Ferry) decidí empezar a bajar. De camino pasé por una antigua cárcel abandonada, que tenia una montaña enorme de escombros en la que el agua había dibujado unas líneas similares a las de las Bardenas Reales. Justo cuando estaba ahí haciendo unas fotos me cayó el diluvio universal, por lo que no pude sacarle partido al sitio. Llegue tan mojado a la furgoneta que lo único que me apetecía era ponerme ropa seca, enchufar la calefacción y conducir.
Atravesamos la frontera de Estonia con Letonia y a mi izquierda veo media docena de camiones militares con tanques en sus remolques, me doy cuenta que la diferencia entre Estonia y Letonia es bastante evidente. Seguimos conduciendo hasta que nos adentramos en un frondoso pinar, nos percatamos de que la gente ya no hace caso a las líneas continuas y tienen bastante prisa por llegar, así que conduzco con las ruedas derechas por el arcén para facilitarles la maniobra y no me lleven por delante.
Empiezo a ver el sol y el mar entre los pinos, así que busco un sitio para parar cuanto antes. Encuentro un parking al lado de la playa perfecto para dormir, el problema era que hacia tanto viento, que aunque pudimos disfrutar de la puesta de sol, la tuvimos que ver desde el coche, fuera era impracticable. Lo bueno fue que pude colgar la ropa mojada y se secó enseguida.
Al día siguiente puse dirección a Riga, desviándome un poquito para poder visitar el parque nacional de Gaujas y sus castillos. Después de visitarlo y antes de llegar a la capital, paré en un supermercado que quedaba de camino, y me sorprendió mucho lo diferente que es la gente respecto a Tallinn, me dio la sensación de haber entrado por fin en la Europa del este, la Antigua URSS. También aproveché para llenar el depósito, y que alegría, por fin mas barato de 1,30, 1,17 concretamente.
Llegue a Riga atardeciendo y desde el primer momento ví que la arquitectura europea se había esfumado, cosa que estaba deseando. Así que aparqué la furgo en un parking en el centro por 15€, 24H con baño incluido y me fui a dar una vuelta. Riga desde el primer momento me encantó, pero lo dejo por aquí, que esta me está quedando una entrada muy larga.
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[…] Esta entrada es la continuación del capítulo 21: Lo que necesitas saber si vas a visitar las Repúblicas Bálticas […]