Italia comenzó dándonos una buena bofetada con sus caros peajes. Después de no haber pagado ningún peaje desde Madrid, pagar el primero del viaje en Italia se hizo duro.
El plan original era ir a los Alpes franceses a los bikeparks de Morzine y Châtel. Pero, dado que daban tormenta eléctrica por toda esa zona, decidimos cambiar de planes, improvisar un poco e ir donde hiciese sol.
Nuestro primer destino iba a ser Finale Ligure, un sitio bastante conocido por la Enduro World Series, pero yo no tenía ni idea. Nada más llegar allí, ya vimos que el Mountain Bike era uno de los principales negocios de la región, todo giraba en torno al MTB y la escalada, así que tras conocer el pueblo, bañarnos en sus playas, tomarnos una Focaccia y un buen helado italiano al día siguiente, contratamos un “shuttle” y estuvimos toda la mañana bajando. Finale Ligure tiene diferentes tipos de bajadas para diferentes niveles, pero todas las líneas, aunque están muy cuidadas, están demasiado enfocadas a la bicicleta de enduro, por lo que nosotros con las bicicletas de DH íbamos “demasiado preparados”. Comentar que montar en bici en Finale no es barato, medio día de “shuttle” (furgoneta que te hace remontes con la bici) cuesta al rededor de 35€, según la empresa que contrates, el día entero suele rondar los 60€. Para que os hagáis una idea, el día entero en Portes du soleil suele rondar los 30€. Después de nuestra aventura “Finaliguriense” decidimos que lo mejor era dirigirse hacia los Dolomitas. Teníamos fichado el Paganella Bikepark y queríamos ir a probarlo.
Paganella es un Bikepark que tiene una trayectoria muy corta, tal y cómo se notaba. No tenía buenos enlaces entre pistas y esto hacía que no te cundiese mucho el tiempo allí. También le faltaba alguna línea de saltos, y las líneas de flow estaban bien pero no emocionaban.
Pero todo esto tiene sus cosas buenas, y es que el Bikepark de Paganella tiene unas infraestructuras buenísimas, fruto de su temporada invernal, además de su increíble paisaje. Este bikepark acaba de empezar como quién dice, por lo que no nos extrañe que en 3 o 4 años, cuando hayan aprendido a hacer las cosa bien, este bikepark sea de visita obligada. El forfait de día costaba unos 34€, y tenía unos 4 o 5 telesillas abiertos.
Con de tanta bici de montaña ya tocaba un poco de montaña a secas, así que nos fuimos hacia las “Vajolet Towers”. La subida hasta el refugio es bastante fácil, pero hasta las torres de vajolet cómo tal es bastante cañera. La gente iba con crampones y piolets, pero @mendiolasss y yo solo íbamos con las botas… Es una subida muy recomendable y, si no quieres patearte todo el principio, que no deja de ser una estación de esquí, te recomiendo que cojas el telesilla, que además dejan subir a perros.
Recorrimos una carretera que llegaba hasta Cortina d’Ampezzo y que pasaba por la Mármolada, pico de Civeta, Cinque torri… Una carretera espectacular. Son cerca de 80 km, pero tardamos casi 4 horas en recorrerla hasta que finalmente llegamos a destino para comernos una pizza. Después de haber cenado decidimos coger el coche y subir al parking de las tres cimas de Lavaredo, para dormir ahí y aprovechar el día siguiente. Qué suerte la nuestra ya que llegamos sobre las 12 de la noche y, por lo visto, si subes a partir de las 8 de la tarde es gratis porque no hay nadie en la garita para cobrarte. Si vas por el día subir hasta allí son 50€ y aquí si que vigilan la salida, así que si no has pagado a la subida te toca pagar a la bajada, o esperar que no haya nadie controlando.
Al día siguiente hicimos la típica ruta de las “tre cime di lavaredo” y, agobiados por tal masificación de la ruta, decidimos ir a caminar por otros sitios, hasta que dimos con un sitio increíble para hacer fotos de bicis. Así que volvimos a las furgos a por las bicis y estuvimos hasta que anocheció sacando fotos.
Las noches en los Dolomitas son especiales, sobre todo en sitios con poca contaminación lumínica, porque se pueden ver las estrellas de una manera que difícilmente las hayas visto antes.
Se acercaba el final de los días junto a Mendi, solo nos quedaba un día juntos, así que decidimos madrugar para poder pasar el control de parking sin tener que pagar, ir a Austria a rellenar depósitos y ver algo más por los Dolomitas. 6am, llegamos a la gasolinera en Austria con un sueño terrible, llenamos depósitos con tan mala suerte que Mendi llenó el de su furgo con 95 en vez de diesel. Así que entre esperar a la grúa y el taller, sumado a una ola de calor terrible, cuando finalmente tuvimos las dos furgonetas operativas, sólo queríamos bañarnos en algún lago. Y eso hicimos, fuimos a Tristachersee, un lago tirolés.
Finalmente mis días con Mendi se habían agotado, así que nos despedimos y puse rumbo a mi nuevo destino, Milán, donde empezaría una nueva aventura con María.
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